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HAZ DE TU VIDA UNA ESCUELA

Paz y bien hermanos.                                                    

El fuego enseña cuando quema, el rayo cuando cimbra, la palabra cuando encuentra un corazón fertil, la vida cuando se resquebraja sufre y se lamenta, y cada día cuando se pierde su luz en el horizonte y no hay marcha atrás.

¿Cuál ha sido la más grande enseñanza que hayas recibido en tu vida?  ¿Quién con su ejemplo ha cultivado una semilla en tu existencia?  ¿Qué regalo le dejaras a la humanidad que sea una enseñanza para quienes seguirán tu senda?

Toda la humanidad despierta con la luz del día,  y aunque se abren los ojos puede que haya en el  interior de la persona una mirada que no despierta a menos que se le lleve un mensaje de vida, una enseñanza, un motivo, una guia,  un proposito, una voz de alivio, fuerza y verdad.  Por eso:    “Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: « ¡Abba!» (Padre).

Jesús regresó a su Padre más dejó en cada huella una enseñanza, en cada paso una lección, en cada acción una luz, en cada rincón del mundo un mensaje de salvación, de aliento de verdad y vida. Asi, Jesús se quedó, para quienes desean despertar los ojos del alma. Para ello te dice hoy: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

Que tu vida sea una escuela, una enseñanza diaria para tu alma, tu mente y tu corazón. Una, que incentive a tu Espíritu a soplar aliento y fuerza, verdad y gozo, paz y consuelo, verdad y alegría, a tu interior y al de todos quienes Dios ponen en tu camino.

Reconoce, en tu mente y  tu corazón, que “el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro. Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el Señor, tu Dios, te da para siempre”.

Acerca tu vida a la palabra de Dios y enseñale.  Educa a tu corazón, alienta a tu existencia, a seguir el camino de la salvación aquí en la tierra, para que otros vean y viendo aprendan el mensaje de Jesús y vean la luz que Dios ha puesto en tu existencia. Que diariamente la escuela de Jesus, guie tu vida a la oración y a la meditación de la palabra y aprendiendo, enseñes.

Bendiciones  

MATEO (18 16-20)



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