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CONSTRUYE TU ESCALERA

Paz y bien hermanos.

El abuelo clavaba las maderas una tras otra para levantar poco a poco el esqueleto de lo que algún día llegase a ser una escalera. Su nieto, enamorado de la tarea de clavar puntillas en la madera se apegó al cuerpo de su abuelo tanto que él comprendió lo maravillado que se encontraba el niño. Le consiguió un martillo pequeño y le dio unas latas de cerveza y le dio la tarea de aplastarlas. Pasaron los días y las puntillas del abuelo seguían labrando la estructura mientras que las latas del nieto se acumulaban más y más. Después el abuelo le dió un puntero, un artefacto con punta al niño y le enseño a hacer un hueco en el centro de cada tapa. El niño nuevamente se prestó a la tarea, la cual resultó ser un poco dolorosa cada vez que su martillo le pegaba en una mano o un dedo. Lloró muchas veces pero aprendió a no llorar aprendiendo a hacer mejor uso del martillo y de la mano según lo instruyó el abuelo. Finalmente cuando el abuelo terminó la estructura empezó a hacer un enmallado y para sostenerlo usó las latas y una puntilla en el medio de cada agujero. La alegría del niño no se hizo esperar, sus latas las usaba el abuelo para construir una escalera. Valió la pena lo sufrido porque sin aquello no se hubiese aprendido. Y como su abuelo le dijera: Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Un día terminada la escalera, el abuelo buscó al nieto para que los dos subieran al segundo piso cogidos de la mano, porque todo aquel esfuerzo, aquel sufrimiento, aquella experiencia, había quedado no solamente plasmada en la escalera, sino secretamente sellada en la estructura que juntos labraron poco a poco, puntilla tras puntilla, lata a lata, día a día.

¿Qué enseñanzas te ha dejado el sufrimiento? ¿Qué aprendes de tus errores y que de tus aciertos? ¿De quién has recibido las más enriquecedoras enseñanzas para tu vida y a quien se las estas enseñando tú?

Cuando un padre trata de ensenar a sus hijos a montar bicicleta, le sostiene el sillín con una mano y le acompaña en su experiencia soltándole poco a poco hasta que un día, el hijo aprende a pedalear y mantener el equilibrio. Algunos caen y deciden no volver a montar bicicleta, otros caen y del dolor sacan fuerzas para no darse por vencidos. Otros nunca intentan montar bicicleta cuando ven que otros caen y lloran y sufren. Y algunos empiezan a montar bicicleta con temor y sufriendo antes de caerse, porque vieron a otros caer.

Jesús, vino a ensenar a la humanidad entera como aprender a construir la escalera que lleva a la salvación, que comunica la tierra y el cielo, que conduce de la vida terrenal a la salvación eterna. Jesús, vino a dar lecciones de vida a quienes sin importar el sufrimiento que la tarea acarrea, sin importar el tiempo que tome aprenderlo, sin importar cuantas veces se caiga, sin importar que otros ya hayan caído, o aunque otros habiendo caminado en la fe, hallan fallado. Jesús vino a entrenar a todos a como aprender a mantener el equilibrio de la bicicleta de la felicidad, sosteniendo el sillín de nuestra existencia para ayudarnos a vivir una vida equilibrada, justa, plena, saludable, agradable, comprensiva, sin juicios, sin ambiciones, sin pretextos. Jesús, empuja la bicicleta de muchos todavía y a todos les infunde la fuerza necesaria diariamente para que no decaigan diciéndoles: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.»

Empuña las herramientas que Dios te ha entregado y aprende con ellas a labrar el camino de tu salvación, toma la oración cada momento difícil de tu existencia para clavar las penas y construir con ellas un escalón más donde apoyar tu fe. Toma la palabra de Dios y verso a verso pedalea para reganar el equilibrio y la justicia en tu vida personal. Liberate de toda negatividad y aflicción para que Jesús pueda soltar el sillín de tu bicicleta y tú puedas pedalear y encaminar tu vida solo con el soplo de su palabra, de su amor, de su presencia. Un día, Jesús te tomará de la mano, como lo hizo el abuelo con su nieto y subirá contigo la escalera que juntos construyeron, puntilla a puntilla, verso a verso, lagrima tras lagrima, sonrisa tras sonrisa,oración tras oración, dia a dia.

Bendiciones


Marcos (6 1-6)



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