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AL OTRO LADO DEL PUENTE

Paz y bien hermanos.

Cruzar un puente sin un propósito para llegar al otro extremo, no tiene sentido. Construirlo sin razón alguna, tampoco. Poner nuestra vida al servicio de la búsqueda del conocimiento por solo tener conocimiento de igual manera pierde toda la razón de ser. Vivir una vida como si fuese un puente completamente terminado, como si fuese una obra acabada, es un desperdicio, un sin razón. La vida es un puente que se renueva y acerca a la persona cada día más y más al desarrollo de su propia humanidad, caridad, amor y entrega.

¿Cuánta cosas haces a diario que son rutina y cuantas son en realidad un propósito diario con una razón y meta? ¿Qué personas en tu vida son significativas y que las hace tales en tu existencia? ¿Repites a diario tu afán, tu tardanza, tus carencias, tus olvidos, o haces de cada día una nueva oportunidad para hacer todo mejor, tratar nuevas cosas, arreglar y mejorar tu existencia y la de quienes te rodean?

Jesús respalda tu vida desde siempre porque procura que tú nunca mueras, que llegues a ser como ángel; y ser hijo de Dios, porque eres hijo de la resurrección. Porque Dios, no es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos.

Jesús te busca de todas maneras y formas y anhela que despiertes de tu letargo, para que comprendas que cada paso en la vida debe dirigirte a la vida eterna, a la senda de Dios, a la luz, a la verdad. Jesús aguarda por tus palabras de auxilio: Señor, escucha mi apelación, atiende a mis clamores, presta oído a mi súplica, que en mis labios no hay engaño. Jesús espera que le confíes tu existencia en tu plegaria cuando le digas: Guárdame como a las niñas de tus ojos, a la sombra de tus alas escóndeme. Yo con mi apelación vengo a tu presencia, y al despertar me saciaré de tu semblante.

Jesús empezó la construcción del puente de la salvación con su entrega y sacrificio, con su ejemplo y su perdón, con su propia vida, con el propósito de que lo camines y llegues al otro lado donde Él te espera para llevarte a la presencia del padre. Ahora, tú debes de terminar ese puente, caminando hacia él, aportando como Jesús lo hizo, tu vida, tu amor, tu entrega, tu perdón. Aprovisiona tu vida con oración para que andes seguro por la senda correcta y aprende la ruta que Dios te ha enviado a través de la lectura de la palabra de Dios para que reconozcas las señales que hay en el camino y no te distraigas con las apariencias, las nimiedades, las tentaciones, la falsedad, el afán, la duda que son obstáculos para llegar al puente de la vida. Dale un propósito a tus pasos, dirígelos hacia Cristo, ilumínalos y afírmalos con la verdad, la caridad y la fe y podrás llegar al otro lado del puente donde Jesús te espera.

Bendiciones

Lucas (20,27-38)




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